Bajo esta denominación se engloban varias fincas colindantes, que juntas conforman un gran espacio natural, de algo más de 600 Ha. situado en el término municipal de Petrer. Todo el complejo se encuadra dentro del macizo del Maigmó, sierra que cuenta con elevaciones importantes, siendo su altura máxima de 1.296 m. Junto a esta, condicionando de igual modo el paisaje, se encuentran otras sierras de menor talla, como son la Sierra del Fraile, del Caballo, l’Arguenya y Castalla.

Gracias a la variada geología presente, la orografía accidentada, las condiciones climatológicas particulares y la secular intervención del hombre, se ha llegado a producir en esta zona un paisaje de contrastes, donde la vegetación natural se combina perfectamente con los campos de cultivo.

Este es, sin duda, el gran valor natural de este Espacio, la perfecta armonía entre el medio natural y el humano, que da como resultado un paisaje en mosaico de gran belleza, generador de una enorme biodiversidad. La vegetación natural está dominada por el pino carrasco y la coscoja, perfectamente adaptados a las condiciones naturales de la zona. La encina, que antiguamente debería haber sido abundante, hoy está prácticamente desaparecida, salvo en algunos puntos de umbría más húmedos y frescos.

Junto a la coscoja aparecen otras muchas especies, como el espino negro, el torvisco, la cada, el tojo, el rabo de gato, el romero, etc. En zonas con mayor irradiación solar aparece el lentisco, la albaida, la romerita, etc. En las laderas pronunciadas de solana aparece también un Espartizal, cuya especie características es el esparto basto, acompañado de otras especies como el romero. En zonas ricas en yeso aparecen comunidades vegetales adaptadas a estos suelos, denominadas churracales, muy utilizados por el conejo.

Respecto a la agricultura tradicional, domina el cultivo de secano, especialmente el olivar y el almendro, junto con los cereales, todo ello recuperado y mantenido por la Diputación, como forma de mantener estos paisajes tradicionales generadores de biodiversidad. La fauna es también enormemente variada gracias a la diversidad de ambientes existentes y las numerosas fuentes de alimento. Es posible ver especies interesantes de todos los grupos faunísticos. Destacaremos únicamente algunas.

Entre los grandes mamíferos aparecen, el jabalí y el arruí (especie alóctona escapada de fincas cinegéticas). Otros mamíferos son el erizo común, la musaraña, la musarañita, el lirón careto, el conejo, la liebre, el zorro, el gato montés, la gineta o la garduña.

Las aves son innumerables, pudiendo ver especies tan importantes, dado su estatus de conservación, como el águila real (que nidifica en zonas cercanas a este Espacio Natural), el azor, el búho real ,también nidificante o el gavilán europeo. Otro tipo de aves presentes son, por ejemplo el Herrerillo capuchino, carbonero común y garrapinos, oropéndola, calandria, totovía, cogujada, pinzón vulgar, verdecillo, jilguero, etc. Por último también es posible encontrar reptiles y anfibios de gran interés, como la culebra de escalera, el eslizón ibérico (ambas especies endémicas de nuestro país), la lagartija ibérica, el lagarto ocelado, el sapo común, el sapo corredor, el sapo partero común o la rana común. Estos últimos aparecen en las charcas habilitadas como bebederos por la Diputación de Alicante dentro de su programa de mejora faunística.

En cuanto a los valores culturales, dado que todo el espacio ha sido utilizado por el hombre desde la prehistoria y que su intervención ha sido decisiva para crear este paisaje, son numerosos los restos que podemos encontrar, empezando por algunos yacimientos neolíticos encontrados (en La Foradá). Especialmente importante es la contribución árabe, con la creación de la mayor parte de las infraestructuras para el riego, que todavía pueden verse. Por último, y más reciente, son las masías tradicionales, habitadas hasta hace relativamente poco tiempo, de las que podemos ver numerosos ejemplos: “El Calafate”, “Mirabuenos”, “Casa del tio Pí”, “La escribana”, “Casa del tio Pau” o la “Solana Matá”. Estas casas son ejemplo de las construcciones rurales típicas del monte alicantino. Algunas de ellas han sido restauradas por la Diputación. Junto a ellas aparecen restos de pozos de nieve, de hornos y de molinos hidráulicos, así como de presas y “parats” (paradas de agua en ramblas).

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